Mi padre me ponía a cantar en las fiestas, cuando venían sus amigos. Me regaló un bongó cuando sólo tenía cuatro o cinco años, y ahí empezó mi afición por la percusión. Luego he sido un guitarrista frustrado. Era difícil medirse con tu padre, Juan el Habichuela...Con mi padre, con mi tío, con mi hermano, con todos los que había ahí… porque eran bestias.
Entré en el tablao de Manolo Caracol en la calle Barbieri, Los Canasteros, y empecé a rular con los artistas, Camarón, con Paco de Lucía, con todos los grandes, mi hermano Juan me ha ayudado muchísimo a tener lo que tengo, a saber apreciar de dónde vengo, e incluso a mantenernos como nos hemos mantenido. Siempre me dio mucha seguridad.
También me marcó ver lo que había en mi casa todos los días, que venían Camarón, Paco de Lucía... Siempre he vivido la música en mi casa y nunca en la vida he podido negarme a ella.
Conocí a Mariola y fuimos amigos durante dos años... hasta que me lancé, le di un beso en el bar Villa Rosa en la plaza Santa Ana en Madrid y a partir de ahí, nos cambió la vida a los dos. Y desde ahi nosotros vamos al revés que todo el mundo cada día nos queremos más.
No aguanto las discotecas. Ahora hago las fiestas en casa. El otro día estuvieron Marc Anthony, Bryan Adams, Alejandro Sanz... pillamos las guitarras, nos reímos, nos tomamos una copita, vinito, pero todo muy tranquilo. Las juergas de antes, de tirarte dos días de flamenco, no me gustan…
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